Cómo estirar el tiempo

El tiempo pasa. No hay forma de detenerlo en su totalidad, aunque alguien podría decir que una fotografía logra detener el tiempo en algún aspecto, por lo menos en cuanto a los estragos que nos causa por fuera. También hay formas de comprimir el tiempo y hacer en una hora lo que antes hacíamos en dos. Hace veinte años, nos maravillamos con la posibilidad de poder enviar un croquis por fax. Antes de eso la única forma de enviar un croquis era por correo.Hoy podemos enviar el mismo croquis por correo electrónico.Estamos en un sistema económico en que el tiempo es oro, es muy valioso.

El comercio internacional dio lugar a un invento que es muy ingenioso. Se trata del contenedor. Antes, los barcos tenían que esperar en el puerto varios días para ser cargados. Imagino que los distintos envíos iban siendo colocados en sus bodegas uno por uno. Hoy todos esos envíos están colocados en los contenedores cuando el barco llega, con la ventaja de que se carga más rápido un barco con cien contenedores que con diez mil pequeños envíos. Por así decirlo, el barco va siendo cargado antes de llegar a puerto. Hemos visto fotografías sobre cómo se transportaba banano hace cincuenta años: los racimos en carros de ferrocarril hasta el muelle y luego fajas transportadoras del muelle a las bodegas del barco. Hoy los bananos se transportan como si fueran cristalería: en manos que se empacan cuidadosamente en cajas en la finca, donde también se llena el contenedor, de manera que la próxima vez que el banano ve la luz es en el supermercado en Alemania o en Nueva York.

¿En qué otras cosas le podemos hacer una pasada al tiempo?Los motores y las turbinas de los aviones deben ser revisados y reparadas cada cierto número de horas de vuelo. Un avión –lo mismo que un barco- representan una inversión de millones de dólares, cuya rentabilidad depende de la intensidad con la que se losutilice: un avión o un barco detenidos, están perdiendo dinero. Por eso las empresas que reparan aviones, le quitan el motor que debe ser reparado, le ponen un motor de repuesto, y lo envían de nuevo a prestar servicio. Entiendo que las empresas de autobuses bien organizadas, hacen lo mismo.

Me divierte ponerme a pensar si la idea ingeniosa del contenedor podría haber surgido a partir de otras ideas que ya existían, como por ejemplo la maleta o la alforja. O si siendo la mente –como la denominaba un autor- “una lanzadera prodigiosa”, que va y viene de unas cosas a otras fecundándolas, no habrá surgido la idea del contenedor de mirar a una lagartija que se desprende de su cola en exitosa treta para escapar de sus perseguidores.

Hace décadas, leíamos con admiración cómo los japoneses tenían barcos aserradero que iban a Canadá a comprar trozas y en el trayecto hacia Japón la convertían en madera en las dimensiones deseadas, con lo cual se ganaban el tiempo del viaje. Posteriormente en los ochenta leía sobre algunos trenes interurbanos que viajaban hacia la ciudad de Nueva York los cuales en el último vagón ofrecían lecciones de un programa de maestría. Así la hora y tanto de viaje se convierte en una fracción de una maestría. La construcción pesada prefabricada, es un ejemplo de cómo comprimir el tiempo. Entre armar la estructura, formaletear y chorrear una viga y colocar una viga prefabricada hay un mundo de diferencia.

La preventa que comprime el tiempo que hemos de tener los bienes en inventario, las comidas precocidas, el walkman que permite a algunos escuchar música mientras corren, los programas de aprendizaje de idiomas para cuando estamos dormidos, el celular que permite –violando las normas- conducir y telefonear a la vez, el maquillaje que van haciéndose algunas damas de semáforo en semáforo mientras conducen, son formas de comprimir el tiempo, algunas efectivas, otras, sólo una ilusión.


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