Las sociedades anónimas se forman mediante un pacto constitutivo, el cual es un contrato. En él los socios señalan el objeto para el cual se constituye la sociedad, el monto y forma del capital, la duración y la forma como se gobernará. Pero en el origen de todo esto hay un sueño, hay un anhelo. No podríamos decir que una empresa sea solamente la suma de un pacto constitutivo y unos bienes. El desarrollo de las empresas depende de que cada día ese pacto y esos bienes se conviertan en actividades mediante las cuales los dueños, los ejecutivos y sus colaboradores, vayan dándole forma a un sueño, a un anhelo.
Un hogar, una familia, tienen la forma jurídica de un contrato civil, que es el contrato matrimonial, en el cual se manifiesta la voluntad de los contrayentes de apoyarse mutuamente para el bienestar y la felicidad común. Un buen hogar es mucho más que un acta matrimonial y una casa. Es una convivencia amorosa en la cual todas las partes van contribuyendo a ese bienestar y a esa felicidad.
Las naciones, no se forman en el acto de promulgar su constitución. Hay una convivencia previa en torno a actividades comunes yanhelos compartidos, los cuales son el impulso que lleva al pueblo a constituirse en nación. En la Constitución de los Estados Unidos de América, encontramos un preámbulo muy bello que expresa la voluntad que hay detrás de la formalización de ese pueblo como nación: Nosotros el pueblo de los Estados Unidos, a fin de formar una unión más perfecta, establecer la justicia,asegurar la tranquilidad, proveer la defensa común,promover el bienestar general y asegurar las bendiciones de la libertad a nosotros y a nuestra posteridad, establecemos esta Constitución.
Nuestra Constitución Política no tiene preámbulo. No se indica ahí cuáles son las aspiraciones que nos llevan a promulgarla ni cuál es el sueño común que cementará nuestra convivencia. Aunque después de muchos años de vida como nación, podríamos identificar cuáles son las normas y aspiraciones en las cuales se basa nuestra convivencia, pero no están explícitas. Lo que llamamos jornadas cívicas son eventos en los cuales una gran cantidad de energía nacional saca a flote un principio o un anhelo, a vecesentremezclados con algunas concepciones equivocadas. Por ejemplo, quienes hoy sientan que ya cumplieron con su deber cívico como ciudadanos porque ayer acudieron a votar, se quedan cortos en cuanto a sus responsabilidades. Es perjudicial la fantasía del presidencialismo, esto es, la creencia de que en las elecciones nombramos a una persona para que conduzca el país y que este acto de delegación nos permite desentendernos de lo que sobrevenga. Una nación es tan fuerte como la voluntad de sus ciudadanos por seguir profundizando y potenciando sus rasgos esenciales. Una nación es saludable y conducente al bienestar de sus habitantes, según sea la claridad con la que entiendan su contribución individual al empeño común y la resolución que tengan de aportar esa contribución.
El Himno a la Bandera tiene unos versos que podrían constituir el compromiso de contribución de los habitantes: vivimos con cariño/ bajo este azul del cielo/labrando con anhelo/dichoso porvenir. Sin duda, vivimos juntos, pero eso no nos convierte en nación. Es necesario que labremos juntos. En el estudio, en el trabajo, en los negocios, en el deporte, en la academia, en la política, sintamos la responsabilidad de que con nuestra acción podemos estar construyendo la nación o erosionándola. Con voluntad resuelta y con acción diligente contribuyamos con cariño a este sueño común de un dichoso porvenir.