Ese adjetivo literalmente quiere decir “a prueba de tontos” y en su definición de diccionario se refiere a algo diseñado de manera tan simple, confiable de manera que no deja posibilidad de error o falla, totalmente seguro contra malas interpretaciones o usos inadecuados. Pensemos en un enchufe polarizado, esto es que requiere que una de los contactos sólo tome corriente de un determinado agujero. Para asegurarnos de que se respete esa regla, podríamos ponerle una letra o un color al contacto y al agujero en el que encajará. Según lo atento que fuera el operador, acatará la regla, pero su acatamiento no es forzoso, como sí lo sería si ambos agujeros del tomacorriente y ambos contactos del enchufe fueran de tamaños diferentes, de manera que resultara imposible establecer un contacto erróneo. A esto le llamaríamos “a prueba tontos”, con excusas por usar esa palabra que es fonéticamente fea y socialmente ofensiva .
El sueño de todo conductor de esfuerzos -empresas, asociaciones, partidos, clubes – es que las personas que participan en ellas tuvieran una alta motivación. Escuchamos decir en las empresas que “todos deberían ponerse la camiseta” o “sudar la camiseta” . Eso es deseable, pero ocurre sólo raramente, porque las personas que participan en un empeño no tienen la misma motivación. Unos se “ponen la camiseta”, otros cumplen con su deber, otros apenas marcan el paso y finalmente otros “chupan rueda”, o sea, van remolcados por quienes están más motivados y logran sobrevivir en la organización haciendo menos de lo que se espera de ellos.
El principio de tratar de obtener el máximo con el mínimo de recursos aplica en la conducta laboral. Es lo que llamamos hacer el mínimo esfuerzo. No existe en cambio un principio que nos diga que todos los que participan en un esfuerzo tengan por objetivo hacer la máxima contribución . Entonces, las organizaciones deben ser diseñadas a prueba de remolones y negligentes. Drucker dice que en las organizaciones lo único que crece espontáneamente son el desorden y la ineficiencia. Así como hace una semana hablábamos de un impulso de vida, también hay un impulso de muerte.
Si al remolón y al negligente no les ocurre nada como consecuencia de su comportamiento, cada vez habrá más remolones y negligentes y cada vez lo serán con mayor intensidad. Por eso es necesario que existan unos incentivos. Unos positivos y otros negativos. Los positivos alientan a quienes son productivos, a ser más productivos. Pero estos incentivos tienen sin cuidado a remolones y negligentes, cuyo comportamiento se podría expresar como “no me interesa obtener incentivos por ser muy productivo. Todo lo que me interesa es sobrevivir con este escaso grado de contribución “ . De ahí que sea necesario que existan también incentivos negativos. Que a quien contribuye por debajo de cierto nivel, “le pase algo”, lo amonesten, lo pongan en probación o de otra manera le abran un proceso deevaluación más cuidadosa,al final del cual se encuentre la separación de la organización, si es que su desempeño no cambia.
A las empresas las perjudica más la falta de entusiasmo que la falta de conocimientos. La negligencia más que la estulticia. El “llevarla suave” más que la incapacidad.De ahí que las organizaciones necesiten tareas, procedimientos, sistemas que sean a prueba de estulticia, pero también a prueba de apatía . La tolerancia del mal desempeño viene a ser en las empresas, algo semejante a lo que es la impunidad en la convivencia social. Si las violaciones legales,éticas o políticas quedan impunes, la sociedad carece de un mecanismo para fomentar el comportamiento correcto . La falta de un mecanismo en la empresa que muestre a todos cuáles son los comportamientos inadmisibles porque comprometen hasta la supervivencia de la entidad , hará que dé lo mismo contribuir, esforzarse, crear, innovar, rendir, que marginarse del esfuerzo y ver cómo otros se dejan los dientes en pos de los objetivos.