El Gallo Fino

Escuché a un apreciado amigo la expresión «el gallo fino se ve en el pierde» con el sentido de que cuando las cosas van mal, cuando algo no salió como se esperaba o cuando se enfrentan situaciones de desventaja o de fracaso, sale a flote la calidad de la persona, manifestada en la forma como enfrenta esa situación adversa.

En las empresas, la globalización implica aumento de la intensidad de la competencia, lo cual conduce a que muchas veces se vean amenazadas o derrotadas en distintos aspectos de su juego competitivo.Es entoncesel momento de echar mano a recursos emocionales de última instancia, a fin de evitar que ocurra la huida caótica, la desbandada o antes de que , como dicen que ocurre,las ratas abandonen el barco ante la proximidad del naufragio. Esta necesidad de fortaleza también ocurre en las familias cuando enfrentan situaciones adversas, laborales, económicas, de salud, de convulsión matrimonial.Son los mismos resortes emocionales y éticos los que se mueven en las personas ya sea que lidien con problemas en la empresa, en la familia o en el ámbito individual.

Se dice que el triunfo tiene mil padres y que el fracaso siempre es huérfano. Que es más frecuente ser fiel en la paz que en el asedio. De ahí que sea importante reflexionar sobre la actitud a elegir ante esas situaciones.Al respecto recuerdo un relato muy lleno de sentido delpsicólogo Paul Watzlawick en un libro sobre cambio.Narraba que los defensores de una fortaleza se encontraban sometidos a un largo e intenso asedio por parte de sus atacantes. Las provisiones y las municiones ya escaseaban. Los defensores, por tanto, se acercabanal punto en el cual la razón señala que es conveniente rendirse, pero el corazón dice que es conveniente seguir resistiendo. Entonces se les ocurrió a aquellos combatientes que si tomaban todas las provisiones alimenticias y las lanzaban desde las murallas, estarían enviando un poderoso mensaje a los enemigos en el sentido de que estaban dispuestos a resistir hasta el final. De esta manera, también se enviabana sí mismos el mismo mensaje, a partir de lo cual tendrían que abandonar todas las dudas y todas las racionalizaciones debilitantes, en un acto que constituiría algo como una monumental concentración de energía . Watzlawick dice que ante mensajes tan potentes, los atacantes huyeron: nadie está dispuesto a enfrentarse a quienestá dispuesto a todo.

En un tono menos dramático, me divierte la definición de estrategia que alguien ha acuñado, diciendo que estrategia es seguir disparando para que el enemigo no se de cuenta de que nos quedamos sin municiones. A veces, en la empresa o en la familia, reaccionamos a la adversidad reflejándola en el rostro o en el servicio o en la disminución del inventario. Más pronto vendrá el final.»Ríe y el mundo reirá contigo» es una verdad que puede rastrearse hasta los mecanismos biológicos: la manada deja atrás al animal enfermo porque «prefiere» la supervivencia de los más que el altruismo con los menos.En la empresa o en la familia, bajar la guardia, cojear, poner semblante de derrota, podría contribuir a acelerar lo temido. Esa es la sabiduría que hay detrás de la recomendación de que a mal tiempo buena cara.

 Existe el fracaso, existe la derrota. Conviene con realismo hacer un diagnóstico de cómo andan las cosas sin ocultarse hechos y sin dejar de considerar consecuencias. Esto es ser prudente. Pero convocar la derrota mediante un comportamiento derrotista puede anular la posibilidad de los esfuerzos de última hora para cambiarle el signo a las cosas o para articular una retirada estratégica, siempre mucho mejor que una desbandada caótica. El gallo fino, se ve en el pierde.