Muchas personas han aprendido que su capacidad para hacer cosas varía durante el día. A unas ciertas horas sentimos una gran energía. A otras, nos sentimos con las «pilas bajas» . Esos momentos de alta y de baja energía, se suceden durante el día. Existen las personas que se llaman de «arranque tardío». Son aquéllas que se levantan en la mañana, desayunan, marchan hacia el trabajo, pero que no consiguen pegar el alma con el cuerpo sino cuando calienta la mañana. Son aquéllas queantes de las 10, no están en posesión de toda su capacidad.
Algunos son de «arranque tempranero». Son los madrugadores que saltan de la cama y con rapidez tramitan el inicio del día para estar en su lugar de trabajo aun antes de la hora de entrada oficial. A partir de eso suenergía sólo merma con la cercanía del medio día.
Casi todas las personas, después del almuerzo, experimentan lo que se llama la «marea alcalina» debida a una variación de la química sanguínea, consecuencia de la digestión y la cual produce una sensación de somnolencia y aletargamiento.
Muy llamativo es el singular comportamiento de los «nocturnófilos» quienes con la llegada del crepúsculo reciben lo que en deporte se llama un segundo aire. A esa hora se sienten como recién levantados, listos para acometer actividades que no hubieran osado emprender por la mañana, a la hora en que otros buscan ya el reposo de las horas nocturnas.
La forma como varía nuestra energía durante la jornada, se llama popularmente «biorritmo» y tener un buen conocimiento de él es de una gran importancia práctica. A menos que pudiéramos acomodar nuestra jornada de trabajo al ciclo -como se lee en las novelas que hacen los artistas bohemios- los demás tenemos que estar productivos durante todo el día . El bohemio puede dormir hasta las 10 y trabajar hasta el amanecer y lo que nos parecía un desorden, quizá implique un buen ajuste del trabajo con su ciclo. Algunas empresas, no sólamente por razones de ciclo, han establecido la práctica del «tiempo flexible»: hay mucha gente que prefiere trabajar de 6 de la mañana a 2 de la tarde y estudiar o atender a su familia por la tarde.
Los demás, los que trabajamos en jornadas más regulares, también podríamos beneficiarnos del conocimiento de nuestro ciclo personal a fin de organizar nuestro trabajo de manera que en las horas de mayor alerta cumplamos con las tareas más delicadas. Si alguien es «tempranero» debería empezar el día con lo más difícil o lo que demandara mayor concentración. Para eso, habría que examinar el orden en que habitualmente hacemos las cosas. Hay personas a las que se les van las horas más productivas del día haciendo cosas rutinarias, como por ejemplo revisando correspondencia. Hay reuniones de coordinación en las cuales la misma presencia de otros nos obliga a estar alerta. Esas reuniones son un buen uso del tiempo para cuandola energía mengua. ¿Por qué ir al gimnasio en las horas en que estamos más disponibles para el trabajo ?Si la misma rutina del gimnasio nos obliga a estar alerta, dejemos esa actividad para las horas de baja energía.
Para esas horas de mayor energía, deberíamos saber establecer barreras contra las interrupciones. Impidamos que el teléfono o las visitas nos fragmenten en trozos casi inútiles de tiempo las dos mejores horas del día, durante las cuales haríamos bien en emprender lo difícil, pensar en el futuro, pensar en cambios complejos pero necesarios que necesita nuestro trabajo o nuestra empresa, intentar resolver problemas que ya se van haciendo crónicos, hacer una lista de asuntos de alta prioridad a los que deberíamos irles dedicando atención y tiempo. Eso elevaría la productividad de nuestro día de trabajo.