Hace muchos años, un merengue caribeño nos ponía al negrito del batey a declarar su enemistad con el trabajo y a dejarle el trabajo a los bueyes porque el trabajo -a su entender- lo hizo Dios como castigo. Esto, no es un hecho aislado. El trabajo tiene mala prensa, y es que desde la etimología del término, el concepto de trabajo nos indispone. Según se dice, el término se deriva del latín «trepalium», con el significado de los tres palos que se le ponen al ganado para quitarle movilidad, o sea, lo que en nuestras zonas rurales se llama una horqueta.Las acepciones 7 y 11 del diccionario de la Real Academia, recogen esas versiones negativas del trabajo en varios sentidos figurados: dificultad, impedimento, perjuicio, penalidad, molestia, tormento o suceso infeliz, estrechez, miseria y pobreza o necesidad con que se pasa la vida.
En nuestra propia experiencia constatamos lo que dicen algunos autores. Como seres humanos tenemos unas cuantas indigencias básicas. Tenemos una gran necesidad de crear, una gran necesidad de comunicarnos significativamente y una gran necesidad de dar y recibir afectos. El trabajo, es un medio para obtener satisfacciones para esas necesidades. Por más simple que sea nuestro trabajo, al final del día podemos contemplar lo hecho, lo cual es una satisfacción para nuestra necesidad de crear. Al principio del Génesis, se dice que Dios veía que era bueno lo que iba haciendo, según creaba el cielo, la tierra, las aguas. A las personas, participantes también de una cierta manera en actividades creadoras, nos hace bien irnos dando cuenta de los frutos de nuestra creación. El trabajo nos da esa oportunidad.
También nos da la oportunidad, de establecer unas conexiones de comunicación con jefes, colaboradores y compañeros, que pueden llegar a ser muy significativas. Nuestra capacidad de comunicación efectiva se afina en el trabajo. Es ahí donde vivenciamos la comunicación como un instrumento de acción. Basta con contemplar cómo unas ideas intercambiadas en un grupo de trabajo, se traducen en obras, en productos, en cambios.El edificio majestuoso, el «comercial» ingenioso, el nuevo producto y el nuevo servicio, nacen primero en las palabras.
Finalmente, con ocasión del trabajo llegamos a crear unos vínculos afectivos a través de los cuales hacemos frecuentes intercambios de afectos, a veces tan o más intensos que aquéllos a los que da lugar el nexo familiar. Si perdiéramos los nexos con nuestros compañeros de trabajo nos empobreceríamos afectivamente.
Cuando decimos que con el trabajo nos ganamos la vida, estamos diciendo una gran verdad, pero a veces no la entendemos. Queda claro que en el trabajo hay otras ganancias, además de la remuneración monetaria. Pero esas otras ganancias se pueden perder si la actitud ante el trabajo es defensiva, mezquina, metalizada. El trabajo es una oportunidad de desarrollarse como persona, pero para eso hay que estar dispuestos a reconocer que la dificultad y el esfuerzo son caminos hacia el logro,que la ansiedad que el trabajo genera no es un mal en sí, sino el signo de que estamos comprometidos totalmente con algún objetivo .
Rusell Ackoff, un famoso intelectual norteamericano, afirma que nuestro trabajo debe ser fuente de felicidad y si no es así, es porque algo anda mal con nuestro trabajo o con nuestra ética, es decir, con nuestro sentido de los valores. En estos días, es frecuente tener el trabajo que se puede conseguir o que se puede conservar. No son tiempos de numerosas opciones. Pero en una ocupacióno en otra nuestra valoracióndel trabajo determina si sólo nos sirve para ganarnos el ingreso mensual o si además nos sirve para ganarnos la vida …la cual va más allá del ingreso mensual.