Construya el futuro

La planificación tiene varios enemigos. Primero están quienes creen que todo está determinado. Que lo que ha de suceder, sucederá. Son los cultores del destino. ¡Para qué planificar si de todas maneras las cosas saldrán como han de salir! Luego están los cultores del azar. Es imposible saber lo que ocurrirá en el futuro y todos los eventos venideros, obedecen al azar. Son los que sienten, como cantaba el mexicano,que “la vida es la ruleta donde apostamos todos”. Es claro que nada se puede afirmar con certeza sobre el futuro. Es cierto también que el azar influye en muchos de sus eventos.

Al planificar, no pretendemos adivinar el futuro, ni eliminar el azar, ni eliminar el riesgo. Al planificar ejercemos la función humana de querer influir en los resultados de nuestro vivir. Si tenemos un puesto de tercero o cuarto nivel y aspiramos a escalar a un puesto de segundo nivel en los próximos cinco años, sabemos que podríamos lograrlo sin hacer nada. Eso está dentro de lo posible. También sabemos que esforzándonos en nuestro desarrollo personal y profesional podríamos no lograrlo. También eso está dentro de lo posible. Pero la mayoría convenimos en que no hay que seguir ninguna de las dos posiciones extremas.

A la mayoría de las personas, que desean mejorar la calidad de su función de planificación, les resultaría útil seguir los siguientes pasos:

Los planes tienen que ser coherentes con las oportunidades que existan en el ambiente. Es menos realizable llegar a ser encargado de la función de finanzas, cuando la función la ha asumido recientemente una persona muy capacitada y joven, quien además es pariente de uno de los accionistas principales de la empresa, que cuando la función no ha sido aún asignada a nadie y está atendida entre el gerente y el contador general.

Las oportunidades nos deslumbran y nos impiden ver con claridad las amenazas que también se encuentran en el ambiente. Podemos tender a concederle más realismo a la oportunidad que a la amenaza o a pensar llevados por el deseo, que las amenazas desaparecerán por ellas solas, que “algo” nos las va a resolver o que cuando llegue el momento lidiaremos con ellas. De niños intentamos desaparecer las cosas desagradables con sólo no mirarlas, comportamiento que de tiempo en tiempo adoptamos como adultos. Si un compañero de su mismo nivel, tiene, por razones de trabajo o por razones sociales más contacto que usted con los superiores de la empresa, eso representa una amenaza. Cuando formalicen la función de finanzas, pensarán en él antes que en usted. La planificación deberá tomar acciones para desactivar esa amenaza: déjese ver, asuma más responsabilidades, ofrézcase voluntario para algunos trabajos.

“Nadie da lo que no tiene”. Los planes sólo se realizarán si se cuenta con las fortalezas que requiere la oportunidad de la cual se trate. Lo otro sería “amenazar con la vaina vacía” como dice el pueblo. Sólo se puede construir sobre las fortalezas. Si queremos ir tras la elevada posición en finanzas, preguntémonos si tenemos los conocimientos y las destrezas. Podríamos no tenerlos y entonces la planificación debería contemplar el adquirirlos.

El último elemento a considerar son las debilidades. ¡Cómo nos cuesta reconocer y aceptar nuestros puntos flacos y cuán necesarios son a la hora de planificar! Una persona puede ser muy lista en finanzas pero si no cuenta con una buena técnica para el manejo del tiempo, el puesto puede desbordarla o causarle un alto nivel de stress. En la planificación debería incluirse planes sobre como subsanar esas debilidades.

Este análisis, llevará a formular un plan, el cual, si algo garantiza, es que cuando llegue el nombramiento, la persona no se preguntará cómo ocurrió eso, ni lo atribuirá a su buena suerte: bien sabrá que el éxito se debe a su planificación y a sus acciones.


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